sábado, 22 de octubre de 2011

Finaliza el relato

“Érase una vez, en Bagdad, un criado que servía a un rico mercader. Un día, muy de mañana, el criado se dirigió al mercado para hacer la compra. Pero esa mañana no fue como todas las demás, porque esa mañana vio allí a la Muerte y porque la Muerte le hizo un gesto.


Aterrado, el criado volvió a casa del mercader.


-Amo -le dijo-, déjame el caballo más veloz de la casa. Esta noche quiero estar muy lejos de Bagdad. Esta noche quiero estar en la remota ciudad de Ispahán.


-Pero ¿por qué quieres huir?


-Porque he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza.


El mercader se compadeció de él y le dejó el caballo, y el criado partió con la esperanza de estar por la noche en Ispahán.


Por la tarde, el propio mercader fue al mercado y, como le había sucedido antes al criado, también él vio a la Muerte.


-Muerte -le dijo acercándose a ella-, ¿por qué le has hecho un gesto de amenaza a mi criado?...”
- No era un gesto de amenaza, solo quería que él se acercara a mí, tengo algo muy importante que decirle, pero él salió huyendo de aquí.

El mercader se quedó asombrado, no entendía por qué la muerte tenía que hablar con su siervo. La preocupación y el miedo crecían por momentos.

- Muerte, ¿qué es eso tan importante que tienes que decirle?

- No puedo decirte nada querido mercader, solo necesito hablar con tu siervo porque una persona necesita de su ayuda.

-¿Qué persona?

- No puedo seguir hablando.

De repente la Muerte desapareció como si de una obra de magia se tratase, y el amo envuelto en un mar de dudas salió en busca de su siervo a la ciudad de Ispahán.

Al llegar a la ciudad corrió en busca de su siervo que se encontraba en casa de un viejo hombre al que ayudaba con las tareas de la casa.

- ¡Siervo! ¡Siervo! Necesito contarte algo, esta tarde fui al mercado y allí hablé con la muerte, me dijo que tenía algo importante que decirte. ¡Corre a buscar a la Muerte! ¡Corre!

El siervo salió despavorido de la casa del viejo hombre, se montó en su caballo y se dirigió al mercado de Bagdad a encontrarse con la Muerte.

- Por fin, has decidido venir a buscarme y hablar conmigo. Tengo algo muy importante que decirte. Tu madre doña Flora está muy grave en el hospital de Irak. En unos días me la llevaré conmigo, solo se podrá salvar si tú le donas un riñón, pero el camino no será fácil, si no llegas a tiempo también arrebataré tu vida.

Sin perder un segundo, el siervo cogió su caballo y salió en busca de su madre, por el camino, como ya le advirtió la muerte, se encontró muchos impedimentos, el caballo desapareció,  él se cayó ya que una piedra apareció repentinamente en su camino y se rompió la pierna, pero aun así con la pierna rota y sin caballo consiguió llegar al hospital a tiempo y salvar la vida de su madre y la suya propia. Por una vez el siervo consiguió ganar la batalla a la muerte.

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