Te levantas un día y descubres que las nubes son negras, que los árboles han perdido sus hojas y que el maravilloso cantar de los pájaros ha dejado de sonar. Sientes como el corazón golpea con fuerza contra tu pecho, y solo tienes ganas de llorar, gritar, huir. Ves que pasan los días y que esos sentimientos no cambian y cada vez que te miras al espejo te preguntas, ¿ha sido mi culpa? ¿Es el destino el que ha querido que después de tanto tiempo esté en esta situación? Cuando miro al pasado veo todas las cosas que he dejado atrás, tantos momentos vividos, tantas caricias, a tantas personas… pero la vida sigue y tenemos que seguir haciendo nuestra vida y seguir superándonos día a día, pero cuando miramos atrás nos damos cuenta de todo lo que pudimos hacer y no hicimos, de lo que debimos hacer, de lo que no debimos hacer… pero ya es tarde, muy tarde, en una fracción de segundo pueden cambiar tantas cosas, puedes pasar de estar con una persona a estar sola, de ser la persona más feliz del mundo, a ser la persona más triste. Si miramos atrás vemos como algunas personas entran en nuestra vida y salen de ella sin darnos cuenta. Porque la vida es como tren en el que suben y bajan personas, pero hay personas que aunque se hayan bajado de ese tren siempre van a estar en nuestro corazón. Por eso hay que dejar de mirar hacia el pasado y mirar hacia el futuro ver como esas nubes negras desaparecen y vuelve a entrar la luz por la ventana, ver que los arboles vuelven a estar llenos de hojas y volver a escuchar el maravilloso cantar de los pájaros. Tenemos que disfrutar cada segundo de nuestra vida, porque vida solo hay una y no sabemos los que nos puede ocurrir mañana.

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